La Humildad del Señor, el mejor ejemplo que pudo darnos pero el menos practicado.
Una corona de espinas que le ceñimos a los demás con nuestros actos..
Una cañilla con la que instigamos a nuestros hermanos...
Una clámide púrpura como halo de la vergüenza ante el Padre...
Señor de la Humildad, ¡Cuánta falta nos haces!
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