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¿Existe algo más grande que la gloria de sentirse cofrade?
Sea este blog una forma de pasar el año, que tan largo se hace mientras esperamos la primera luna llena de primavera....

viernes, 19 de febrero de 2010

Regina Rosarii

domingo, 14 de febrero de 2010

A la gloria!!!


Ensayo del sevillano Señor de la Presentación al pueblo.. el año ni idea , pero los coches ... ¡lo dicen todo!

Después salió y fue, como de costumbre, al monte de los Olivos. Sus discípulos lo siguieron. Al llegar allí les dijo: “Orad para que podáis hacer frente en la prueba”. Se alejó de ellos como un tiro de piedra, se arrodilló y estuvo orando así: “Padre, si quieres aleja de mí esta copa de amargura, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22,39-42)

Y con la cuaresma... las hebreas.

Vestir a las vírgenes dolorosas a la usanza de mujer hebrea no es una costumbre muy antigua, podemos encontrar alguna referencia puntual en cuanto a situaciones excepcionales, como es que la Virgen de la Merced de la Hermandad de Pasión de Sevilla realizó la estación de penitencia en 1763 vestida de hebrea, bajo palio. Tenemos que alcanzar el siglo XX para volver a encontrar referencias al respecto, así sabemos que en 1933 Juan Pérez Calvo vestiría a la Virgen Macarena por primera vez de hebrea aunque según parece no gusto excesivamente a la entonces Junta de Gobierno. Posteriormente, Antonio Garduño la volvería a vestir de hebrea en 1958, esta vez si gustó lo suficiente y a partir de entonces suele ser habitual que cuando llega la cuaresma ver a la Virgen de la Esperanza Macarena y a casi todas las dolorosas no solo sevillanas sino de muchas localidades con hermandades de penitencia vestidas a la usanza hebrea .

fuente : http://www.devalverde.es/val/blog-valverde-o/v-rgenes-hebreas-2.html

Quedemonos con las visperas


Quedémonos con las vísperas, con ese temblor de espera, con ese desperezo de capullo que ya no es yema y que ni aún es rosa. Quedémonos entre dos luces de aguardo, de una especie de impaciente lubrican , en las veras de la aurora. Estos días que ahora vivimos, tiene ese sabor de andén, en que ya sentimos el ruido de la máquina del tren, desde el que ya oímos su lejano pitido. ¡ Qué hay más grande que una espera, cuando se sabe que esa espera Ddesembocará en la dicha plena! Nada.

Quedémonos aquí, cuando Sevilla, la Jerusalén del mundo, es la única que conoce el secreto de los Evangelios escritos para manueses callejeros, que se repartieron por los días de la ciudad. Ahora la caricia no tiene manos ni paisaje para desarrollarse, son vísperas.

Quedémonos aquí cuando la ciudad se llena las manos de flores, de velas, de detalles de última hora. Cuando vemos pasar a Sevilla en el trajín de las vísperas de la Pasión. Nada, por más grande que sea la dicha vivida, nos lo iguala. Mirémonos, pensemos en nosotros, sin salir más allá de nuestra unicidad. ¿Cómo estamos viviendo todos estos días? Como un niño aguarda un día señalado de primera comunión, como un novillero apura las horas en el hotel, como un jardín pasa hojas de noche a la espera de cubrirse una mañana entero, a la luz de un sol, que aunque sabe que vendrá nunca sabe exactamente cuando.



Quedémonos aquí, cuando la saeta es todavía un pájaro volantón, viento sin cuerpo, ala acostumbrándose al aire, notas sin completar, grito haciéndose.



Quedémonos aquí, cuando los romanos no saben todavía que galas ponerse para esa semana en la que serán la única tropa a la que aplaudan quienes somos sus morales enemigos. Quedémonos aquí, cuando los sayones aún no saben abofetear, flagelar, señalar, mofarse de un muchacho nacido en Belén, ante el que los siglos siguen santiguándose.


Quedémonos aquí, cuando ninguno de los doce sabe que esa cena será la última, cuando nadie, salvo Él, sabe que la pernocta en el Getsemaní acabará rota de silencio cuando Judas por treinta monedas venda al hijo del Hombre. Quedémonos aquí, cuando las dolorosas no saben que manto ponerse para ir a llorar al llanto absoluto, que toca echarse por encima para cruzar una madrugá de frío, de luto, ¿con qué corona ceñir una frente ya marchita por la pena?

Quedémonos aquí, cuando Longinos no sabe todavía que la punta de su lanza va a ser cáliz goteante cuando salga del costado de Jesús. Quedémonos aquí, cuando el Nazareno no sabe que va a tropezar tres veces en la calle de la Amargura. Cuando Simón de Cirene no sabe que se encontrará un hombre que no puede con la cruz y tendrá que ayudarle.

Quedémonos aquí, Sevilla haciéndose, porque es así como se asiste al divino espectáculo del Génesis con una sola frase de Dios: hágase la Semana Santa .