La mañana del 17 de mayo, el Zaidín granadino amanecía con la Luz de su Reina.
Ella, que es faro que guía a su barrio, normalmente envuelta en la algarabia de sus gentes ansiosos por verla llenar la calle, esa mañana nos regalaba éste momento.
En el más absoluto de los silencios, sólo roto por los aplausos de aquellos que más la quieren, se ponía en camino a la Santa Iglesia Catedral, contrastando así con la tarde del Lunes Santo.
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