Han sido más de quince años viendo éste momento por televisión entre planchado de túnicas negras.
Y después, como cada año buscarlo entre la multitud del Jueves Santo en Puerta Real.
Él de vuelta ya a su barrio, nosotros hacia la Santa Iglesia Catedral.
Las cosas han cambiado...pero la vida sigue. Y el león del Redentor del Zaidín sigue sonando con más fuerza que nunca.
Pero cómo siempre le digo a las manos que lo tocan cuando nos cruzamos en Cuaresma, ¡Ojalá no nos tengamos que ver el Jueves Santo! Siempre será buena señal...
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