Si la ciencia algún día descubriese el poder electromagnético de la Esperanza Macarena, no me sorprendería.
El pasado mes de mayo pude comprobar que alguna extraña fuerza oculta te impide separarte , moverte, pestañear, incluso juraría que el pulso se me paró con los primeros sones de Pasan los Campanilleros.
Desde ese momento me juré solemnemente que nunca jamás volvería a subestimar a la Reina de Sevilla.
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