Una gran hermandad, la granadina del Vía Crucis, finalmente nos regala la estampa que todos deseábamos para ellos, sobriedad , elegancia y saber estar cada Martes Santo, por lo que la Magna Mariana no pudo ser menos.
Tuve la suerte de poder disfrutar de ésta chicotá de lujo en una jornada gloriosa de un mayo invernal.
Tras dejar a mi Madre Inmaculada en su Monasterio la casualidad me llevó a encontrarme con Nuestra Señora de los Reyes en la Carrera del Darro, la que posiblemente sea la calle más bonita del mundo.
Y la casualidad, tras muchos años de Semana Santa me ha demostrado que suele dejarnos los mejores momentos cofrades para el recuerdo, como fue éste.